Esa capacidad de adaptarnos sin perdernos.
1Mientras el ser humano planea cada uno de sus éxitos, pasos a seguir, palabras que decir y todo lo que se pueda anticipar, la vida insiste en recordarnos que la realidad, a menudo, toma caminos distintos. No todo se puede planear. Y cuando eso ocurre, no siempre estamos preparados. La mayoría de las veces tendremos que ser flexibles y adaptarnos a nuevas circunstancias… o corremos el riesgo de rompernos. De rompernos tanto que no seamos capaces de volver a unir los pedazos.
Os puedo asegurar que, hace unos años, lo planeaba todo. Y casi todo ocurría como había previsto, con pequeñas diferencias. Lo que nunca imaginé es que aprender cuán flexible puede ser la vida —para bien y para mal— me iba a causar tanto sufrimiento. Yo lo estoy aprendiendo a través de los distintos episodios depresivos que, con tan solo 37 años, ya he vivido.
Ahora mismo suena “Experience”, de Ludovico Einaudi, mientras escribo estas líneas. Es una de mis canciones favoritas porque en poco más de cinco minutos logra despertarme una tormenta de emociones. Según el momento en que la escuche, cada acorde, cada tono, cada matiz de su melodía me lleva a lugares distintos: a correr, a huir… pero también a detenerme, sonreír y llenarme de una felicidad inmensa. Me siento fuerte, capaz de enfrentar cualquier miedo. Me dan ganas de bailar, de amar con intensidad, de abrazar sin pensar en el tiempo. A veces, incluso, lloro como un bebé al que le falta alimento. Y todo eso… en apenas una canción.
No sé si esta idea de compartir lo que vivo es para ayudarme a mí, a alguien que lo lea, a ambos… o a nadie. De momento, aquí estoy: frente al ordenador —ese que me daba pánico encender— y escribo sin parar las primeras líneas de algo que no sé qué será. Lo que me recuerda, una vez más, a la vida: un recorrido lleno de metas planificadas que rara vez siguen el camino que habíamos trazado.
«¿Qué sería una vida sin metas?» —me preguntarían muchas personas, conocidas y desconocidas. Y, aunque hace unos años yo misma no habría sabido qué responder, hoy tengo una respuesta clara: sería VIDA. No digo que tengamos que renunciar a las metas, al contrario sino que todo lo que llamamos logros, éxitos o conquistas son añadidos. Sin vida, no tendrían lugar.
Recalculando ruta… Ese fue el título que me vino a la mente un día especialmente duro, uno de esos en los que la depresión me apretaba fuerte. Lo recordé al ver cómo la enfermedad empezaba a cambiar mis planes: aquel viaje al sur de Alemania, la Navidad que quería pasar con mi familia en Granada… y, en general, todo el rumbo de mi vida en aquellos meses.
Sigo enferma. Dos meses después, he tenido altibajos. Hubo unas semanas en las que sentí mejoría, pero ahora ha vuelto la recaída.
Y me pregunto…
¿Qué os parece si dejamos el final abierto?
Mientras tanto, os iré contando mis encuentros con la depresión. Tal vez, en el camino, también podamos encontrar nuevas rutas.
1. El contenido de esta entrada lo escribí el día 30 de noviembre de 2023. Hoy lo he vuelto a encontrar y he pensado en retomar el proyecto que hace más de un año comencé. Nunca es tarde para volver a empezar…
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